Permanecí más de un mes hospitalizado y pude comprobar, una vez más, la profesionalidad y la dedicación de mis compañeros y de todas las personas que nos atendían en aquellas difíciles circunstancias en las que la enfermedad, la soledad, la incertidumbre y el miedo ocupaban gran parte de nuestro día
¿Cómo recuerda esas semanas previas al estado de alarma hace ya casi un año?
Desde diciembre de 2019, cuando tuvimos conocimiento de la aparición del coronavirus en China, comenzamos a prepararnos, junto con Osakidetza, ante la más que probable aparición de casos en nuestro entorno. Había mucha incertidumbre sobre cuáles podrían ser las repercusiones tanto a nivel comunitario como asistencial. Las noticias que nos llegaban de los organismos internacionales eran confusas. Nuestra experiencia más próxima a nivel asistencial eran los brotes estacionales de gripe que nos obligan cada año a establecer una planificación hospitalaria específica para atenderlos. Así que fuimos planificando circuitos, comenzamos las gestiones para la compra de material de protección individual, equipamos nuestro laboratorio para la realización de PCR, revisamos los equipamientos disponibles para la atención de pacientes críticos, etc. Fueron semanas muy intensas en la OSI y en todos los centros de Osakidetza.
¿Cómo vivió como responsable de la organización que Álava fuese el epicentro a nivel nacional con esos primeros casos, que entraron de lleno en un servicio tan delicado como Medicina Interna?
A mediados de febrero el virus ya estaba circulando en algunas regiones italianas. En nuestro entorno se habían diagnosticado algunos casos a nivel nacional. El viernes 28 el laboratorio nos comunica que un facultativo del hospital ha dado positivo en la prueba PCR realizada sin que mediara relación alguna con un factor de riesgo conocido en aquel entonces, lo que apuntaba a que el virus circulaba ya a nivel comunitario en nuestra ciudad. De golpe y porrazo nos encontramos con la práctica totalidad del Servicio de Medicina Interna confinado en sus domicilios y más de cien pacientes ingresados a su cargo. Nuestra prioridad inmediata fue la de garantizar la atención de esos pacientes, algo que se consiguió gracias al esfuerzo e implicación de todos los facultativos especialistas de la OSI, tanto de otras especialidades como de los propios internistas que, conectados en remoto desde sus domicilios, pudieron garantizar que todos fueran atendidos adecuadamente. Aquel fue el comienzo de un extraordinario ejercicio de implicación colectiva y de adaptación organizativa en el que el 100% de los profesionales de la OSI nos veríamos envueltos en los meses siguientes.
¿Cómo adaptaron la organización de los servicios ante la avalancha de casos durante los meses de marzo y abril?
Nuestra prioridad, la de Osakidetza y la del Departamento de Salud, fue garantizar que todo paciente que lo precisara recibiera una atención adecuada. Analizando los resultados a posteriori puede decirse que el objetivo se cumplió. Fueron muchas las medidas adoptadas y casi todas en un tiempo record. La presión asistencial era mayor cada día. Se crearon circuitos específicos para pacientes covid, se habilitaron y equiparon unidades de hospitalización y cuidados intensivos para asumir la demanda asistencial en las dos sedes hospitalarias de Txagorritxu y Santiago, se centralizó la atención al paciente covid en tres centros de salud, se realizó un esfuerzo extraordinario para proporcionar equipos de protección a nuestros profesionales, se reforzó la capacidad del laboratorio de microbiología y de los servicios de citación, se contó con otros centros de Osakidetza y del sistema sanitario privado para la atención a nuestros pacientes, se habilitaron camas hoteleras, etc.
Y, sobre todo, se contó con la colaboración e implicación de todos nuestros profesionales, también de otras organizaciones de Osakidetza, que vinieron en nuestra ayuda en aquellos días en los que el HUA era el epicentro de la pandemia a nivel hospitalario, que se dedicaron en cuerpo y alma a luchar contra este implacable enemigo. Todo el personal, desde el primero hasta el último, sanitario y no sanitario, olvidándose de todo, sin horarios, sin días ni noches. A alguien que no los conociera podría parecerle extraordinario; a mí, que los conozco bien, no me sorprendió, personas excepcionales que hacen honor a su vocación más allá de todo deber.
Destacaría el factor humano y el trabajo en equipo: la colaboración entre los diferentes profesionales, niveles asistenciales, especialidades, centros, etc. Se han roto muchas barreras que parecían infranqueables, se han abierto muchas puertas que esperemos sigan abiertas en el futuro”
¿Cuál es el periodo que recuerda como más crítico?
Sin duda el periodo comprendido entre finales de marzo y primeras semanas de abril; con días de más de 40 ingresos en los que llegamos a tener alrededor de 400 pacientes hospitalizados. En esas semanas, salvo aquellos procesos urgentes e indemorables, nuestra actividad se centró casi exclusivamente en la atención de los pacientes covid. Fueron días tremendos, pero conseguimos que la ola no nos pasara por encima. Se dio, además, la circunstancia de que yo también enfermé y tuve que ser ingresado. Permanecí más de un mes hospitalizado y, desde ese lado de la barrera, pude comprobar, una vez más, la profesionalidad y la dedicación de mis compañeros y de todas las personas que nos atendían en aquellas difíciles circunstancias en las que la enfermedad, la soledad, la incertidumbre y el miedo ocupaban gran parte de nuestro día. «Mis ángeles guardianes” les llamaba yo.
Cómo responsable de la OSI, ¿cómo vio aquellos primeros momentos en los que faltaban equipos de protección para los sanitarios y no había forma de conseguirlos de forma inmediata?
El virus se estaba extendiendo a nivel mundial, la OMS declaró el estado de pandemia. En aquellos días todos los países intentaban hacerse con equipos para las UCI, equipos de protección individual, reactivos para las PCR, etc. No fue nada fácil, pero creo sinceramente que con la ayuda y el esfuerzo de todos se fueron consiguiendo los equipos precisos hasta que los proveedores consiguieron suministrarlos de forma regular
¿Cuál es la situación actual? ¿Qué ambiente se respira en estos momentos?
La situación es de calma tensa. Hemos pasado ya por la segunda y tercera oleada y hemos comenzado con las vacunaciones. Por un lado, hemos sabido adaptarnos a la aparición de nuevos brotes mediante medidas preventivas a nivel comunitario, sistemas de rastreo eficaces, alta capacidad diagnóstica, mayor conocimiento sobre tratamientos y cuidados, seguimiento desde la atención primaria y, por otro, estamos muy esperanzados en que la efectividad de las vacunas sea alta.
Se enfrenta a la difícil situación de gestionar un área Covid y mantener la actividad normalizada en la no covid ¿Cómo organizan ambas atenciones para minimizar riesgos?
Como hemos comentado, durante la primera oleada nos tuvimos que centrar casi exclusivamente en la atención a los pacientes covid y aquellos con patología urgente o indemorable. En la segunda y tercera hemos podido compatibilizar en gran medida la atención a estos pacientes y recuperar paulatinamente la actividad programada. Existen protocolos a nivel de Osakidetza que son adaptados a las características de cada OSI por los responsables de los Servicios de Medicina Preventiva, las unidades básicas de prevención y otros especialistas implicados para minimizar estos riesgos.
La atención en los centros se realiza en la medida de lo posible de forma telemática, evitando consultas presenciales innecesarias, no siempre bien entendida por los pacientes, acostumbrados al trato presencial ¿ha llegado la telemedicina para quedarse?
El desarrollo de las tecnologías de información nos ha permitido afrontar esta crisis con capacidad para atender a muchos de nuestros pacientes de manera segura mediante la atención no presencial. La historia clínica electrónica integrada, la digitalización de imágenes, la receta electrónica, las conexiones en remoto, el consejo sanitario, las consultas e interconsultas no presenciales, la telemonitorización domiciliaria, la carpeta de salud, etc. Son buenos ejemplos del trabajo realizado por Osakidetza en los últimos años, que ha resultado extremadamente útil en estas circunstancias. La telemedicina no acaba de llegar, ya había llegado y había llegado para quedarse. La atención presencial a nuestros pacientes seguirá siendo imprescindible e irá aumentando a medida que la pandemia vaya siendo controlada, pero insisto, la sociedad se comunica de otra manera, el cambio en los últimos años ha sido espectacular y el sistema sanitario no puede permanecer ajeno a esos cambios.
¿Qué cambios traerá esta crisis sanitaria en la organización de los servicios o en algunas prácticas clínicas?
Es difícil vaticinar qué es lo que va pasar en el futuro, pero hemos aprendido muchas cosas: la crisis del coronavirus ha marcado un antes y un después en la investigación sobre vacunas y tratamientos. Debemos estar preparados ante la más que probable aparición de nuevas pandemias y contar con recursos a nivel asistencial y de salud pública preparados para hacerles frente. Sabemos también que las medidas de prevención a nivel comunitario funcionan no sólo para evitar o disminuir la aparición de casos por coronavirus sino para otras enfermedades infecciosas con mecanismos de transmisión similares. Cada día somos más conscientes del importante papel de la Atención Primaria. Hemos hablado de la utilización de las TIC, en fin, podemos sacar muchas lecciones.
Pero yo destacaría sobre todo el factor humano y el trabajo en equipo. La colaboración entre los diferentes profesionales, niveles asistenciales, especialidades, centros de Osakidetza, sanidad pública y privada, servicios sociales, ayuntamientos, etc. Se han roto muchas barreras que parecían infranqueables, se han abierto muchas puertas que esperemos sigan abiertas en el futuro.
¿Cómo se encuentran los profesionales sanitarios? ¿Qué nivel de desgaste tienen los profesionales en estos momentos?
Llevamos un año muy intenso. Y hemos pasado por muchas fases. Se ha trabajado muchísimo y se han sacrificado muchas horas con las familias y amistades para no poner en riesgo a nuestros seres queridos. Los reconocimientos al personal sanitario en la fase más dura se vivían con emoción. Con el paso del tiempo también se instauró un cierto sentimiento de decepción y enfado con una parte mínima, pero no desdeñable, de la población que se niega a cumplir las medidas preventivas que las autoridades sanitarias establecen. En estos momentos existe expectación para ver el efecto de la vacunación.
¿Cómo está avanzando el proceso de vacunación en los profesionales sanitarios?
El proceso de vacunación, en líneas generales, está avanzando de manera muy similar en todos los países europeos si comparamos el número de dosis por habitante. El factor fundamental para todos es el número de vacunas disponibles. Se han establecido unos criterios de prioridad en función de los diferentes grupos de riesgo. Se ha finalizado prácticamente la vacunación en el ámbito sociosanitario y la vacunación de los profesionales sanitarios marcha a buen ritmo.